En algunos vídeos juegos, esos que se colocan fichas y que se pusieron de moda en la década de 1980, al finalizar el partido -que indefectiblemente siempre se pierde, porque para ello se programan esas computadoras- da una opción: insertar una ficha en un lapso de tiempo determinado y continuar con la misma partida. Caso contrario, el que quiera jugar, inicia una partida desde cero.
El Karma se presenta como una cuenta con debe y haber asociada a nuestro SER, en el que los actos de una vida generan la base con la que iniciaremos la próxima, determinando los beneficios y perjuicios con los que deberemos topar. Es decir, no tenemos la opción de esperar que pase ese lapso de tiempo, estamos obligados a continuar el juego y, además, desde donde dejamos la partida anterior.
El pensar que la vida y los vídeos juegos tiene puntos de contacto me perturba sobremanera. Si como en los vídeos juegos nuestras vidas aquí están programadas sin posibilidad de ganar una partida, el Karma sería un modo humano de explicar ese enganche informático-contable constante. El Velo del que nos hablan algunas entidades sería el hacernos olvidar nuestras habilidades obtenidas en las anteriores partidas, y hasta el hecho mismo de que estamos ante un juego en una sala. Es decir, se nos traslada el debe y haber, nos hacen continuar en un nivel de dificultad de otra vida pero olvidando las habilidades para superarlo, no tenemos ni noción de como llegamos a dicho punto y no se nos permite dejar la Sala.
Mis queridos jugadores, en esta hipótesis, estamos dando vueltas y vueltas en la misma ruedita.
Por mi parte, no tengo duda de que: vivimos muchas vidas y se nos enganchó de algún modo para repetir errores, por medio de una genética mutilada y oscurecida, el Velo no es más que un modo de llamar a esa parte del software genético que incluye el Karma.
Es decir, los modos de terminar bien la partida son dos: cambiar el programa del juego o desenganchar la oscuridad de nuestra genética, volver más y más luminoso nuestra humanidad, apagar la dualidad.
Una hipótesis que no puedo demostrar, es nada más que eso, un pensamiento que dejo a mano y del que mi Ser parece estar feliz de que lo haya encontrado.
AznuAzul 2012
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